VIII

Los niños rehuyen por instinto la altura media, y no es sólo una cuestión de estatura, forma parte de una estrategia infante para mantener a salvo los secretos, lugar de culto de celebración de los misterios. El escondrijo elegido estará al resguardo de las miradas de los adultos, por encima de su campo de visión, la cabaña en el árbol, el altillo de la casa, arriba de los armarios, o por debajo, a ras del suelo, escondido entre la maleza o debajo de una mesa. El sitio en sí tanto da mientras permita mirar sin ser visto y proporcione una perspectiva diferente de las cosas. El niño quiere ver y vivir en un mundo extremo, alejado de la zona media, demasiado concurrida y aburrida; el túnel, la madriguera, la caverna, no son sino maneras de dar vida e interés al espacio, de dotar de sentido a una existencia que necesita, con urgencia, la aventura, magia y sorpresa que el mundo de los niños del pasado, a medida que creen hacerse mayores, olvida, sepulta y mancilla. La prioridad del lugar único y secreto, refugio seguro, es una de las muchas cosas que los niños comparten con los animales.